Hermanos y hermanas
Estoy
agradecido por la oportunidad que tengo hoy para compartir un poco de
mi conocimiento y sentamientos en cuanto al evangelio con ustedes.
En
el Libro de Mormón leemos sobre un hombre llamado Ammón que fue enviado
de la tierra de Zarahemla a la tierra de Lehi-Nefi para averiguar
acerca de sus hermanos. Allí encontró al rey Limhi y a su pueblo, que
estaban bajo el cautiverio de los lamanitas. El rey Limhi se animó por
las cosas que Ammón le compartió sobre su pueblo en Zarahemla; el
corazón se le llenó con una esperanza y un gozo tan grande que reunió a
su pueblo en el templo y dijo:
“Por tanto, levantad vuestras cabezas y regocijaos, y poned vuestra confianza en Dios…
“Mas
si os tornáis al Señor con íntegro propósito de corazón… y le servís
con toda la diligencia del alma… él, de acuerdo con su propia voluntad y
deseo, os librará del cautiverio”.
Las
palabras de Ammón tuvieron un efecto tan profundo en la fe del pueblo
del rey Limhi, que hicieron un convenio con Dios de servirle y de
guardar Sus mandamientos a pesar de sus difíciles circunstancias.
Gracias a su fe, pudieron crear un plan para escapar de las manos de los
lamanitas.
Por
un momento hermanos volvemos a la invitación del rey.... “Levantad
vuestras cabezas y regocijaos, y poned vuestra confianza en Dios…
poned vuestra confianza en Dios
Eso es mi enfoque hoy, poniendo nuestro confianza en el y mostrándolo con nuestras acciones.
Como podemos hacer eso hermanos? Poner nuestra confianza en El?
Pues podemos aprender eso del señor mismo—
“Si me amáis, guardad mis mandamientos…
“El
que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que
me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él”.
Es
algo básico no? Amarlo y mostrar ese amor guardando sus mandamientos.
Mandamientos que realmente están allí para nuestro beneficio.
En fin, el mejor manera para obtener y mostrar esa confianza es venir a el y seguirle.
En el libro de Omni capítulo 1, versículo 26 encontramos una fórmula simple para venir a Cristo:
“Y
ahora bien, mis amados hermanos, quisiera que vinieseis a Cristo, el
cual es el Santo de Israel, y participaseis de su salvación y del poder
de su redención. Sí, venid a él y ofrecedle vuestras almas enteras como
ofrenda, y continuad ayunando y orando, y perseverad hasta el fin; y así
como vive el Señor, seréis salvos."
podríamos hablar acerca de este versículo todo el día, pero yo solo quiero tocar en cada principio rápidamente.
1.
en primer lugar, hay que reconocer que Jesucristo es el Santo de
Israel. En otras palabras, debemos tener Fe en Cristo. debemos creer que
existe y que él tiene el poder para salvarnos. debemos creer que él
sabe el camino para volver a Dios.
2.
en segundo lugar, debemos participar en su salvación y el poder de su
redención. Simplemente tenemos que arrepentirnos . con el fin de llegar a
él tenemos que ir en su dirección, no llegaremos a Cristo andando el
camino del mundo.
3.
en tercer lugar, debemos ofrecer toda nuestra alma como ofrenda.
debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y desear servirle a él.
Tenemos que darle todo lo que tenemos: incluso nuestros talentos,
tiempo, y amor.
4.
En el cuarto lugar, debemos continuar ayunando, orando y leyendo las
escrituras. Me encanta algo que el presidente de la estaca de Elche
compartió una vez en una reunion. El explicó que nosotros, no somos “de”
la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días Santos. Sino
que, SOMOS LOS SANTOS de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días. Y que hemos de actuar conforme a eso cada día de nuestras vidas.
Una vez que ya hemos empezado a acercarnos a Cristo. El, cumpliendo su promesa, vendrá a nosotros.”
“Allegaos a mí, y yo me allegaré a vosotros; buscadme diligentemente, y me hallaréis”
Cuando llegamos a este punto y tenemos Cristo en nuestro lado podemos hacer grandes cosas.
Nefi tenia este confianza y fe en El Señor. Me encanta sus palabras:
“Si
Dios me hubiese mandado hacer todas las cosas, yo podría hacerlas. Si
me mandara que dijese a esta agua: Conviértete en tierra, se volvería
tierra; y si yo lo dijera, se haría.
Ahora
bien, si el Señor tiene tan grande poder, y ha hecho tantos milagros
entre los hijos de los hombres, ¿cómo es que no puede enseñarme a
construir un barco?”
Si
el Señor podría hacer todas estas cosas, como es que él no puede
ayudarnos a pasar una prueba? ¿cómo es que él no puede responder a
nuestras oraciones? ¿cómo es que él no puede llevar una carga de nuestra
vida? ¿cómo es que él no puede ayudarnos a vencer una tentación que
hemos luchado todos nuestra vida? EL PUEDE hacer esto y no solo eso,
sino MUCHO MÁS. Y lo hará! Pero solo si mostramos nuestra fe y confianza haciendo las cosas que el nos ha pedido hacer.
Cuando
Cristo dice, "no temáis ", él esta pidiendo que nosotros creamos en él.
Está pidiendo que nosotros le amemos. Recuerden que "el amor perfecto
desecha todo temor."
Cuando
el dice, "venid á mí", se nos dice "Mirad hacia mí en todo pensamiento;
no dudéis; no temáis." él nos dice "No temas; cree solamente."
El nos dice "Confía en Jehová con todo tu corazón,y no te apoyes en tu propia prudencia.".
"Porque yo, Jehová, soy tu Dios, quien te sostiene de la mano derecha y te dice: No temas, yo te ayudaré."
Uno
de los relatos de las Escrituras que siempre me ha conmovido
espiritualmente es cuando Jesucristo caminó sobre el agua para reunirse
con Sus discípulos que viajaban en una barca por el mar de Galilea.
El relato está registrado en Mateo:
“Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario.
“Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar.
“Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron… Y dieron voces de miedo.
“Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo! ¡Yo soy, no tengáis miedo!”.
Pedro oyó ese maravilloso llamado de aliento del Señor.
“Entonces le respondió Pedro y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
“Y [Jesús] dijo: Ven”.
Pedro
era pescador y conocía los peligros del mar; sin embargo, estaba
comprometido a seguir a Jesús, día y noche, en barco o por tierra.
Imagino que Pedro saltó del barco sin esperar una segunda invitación y empezó a caminar sobre el agua.
De
hecho, las Escrituras dicen: “… anduvo sobre las aguas para ir a
Jesús”. Cuando el viento empezó a hacerse más fuerte y feroz y las olas
se arremolinaban a sus pies, Pedro tuvo miedo “… y, comenzando a
hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
“Y al momento Jesús, extendiendo la mano, le sujetó”.
En
ese momento el Señor estuvo allí para ayudarlo, tal como lo está para
ustedes y para mí. Extendió Su mano y llevó a Pedro hacia Él y a un
lugar seguro.
Hermanos y hermanas el Señor Jesucristo está allí con su brazo extendido siempre . Les invito a poner su confianza en el.
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-TESTIMONIO